La dulce espera by Christine Rimmer

La dulce espera by Christine Rimmer

autor:Christine Rimmer
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico
publicado: 2003-07-31T22:00:00+00:00


Capítulo 8

Esa noche Liv y Finn fueron al cine. La noche después de ésa, pidieron que les llevaran la cena a casa. El viernes fueron a ver una obra de teatro en un parque. Y el sábado subieron al monte. Finn conducía. Llevaba la música demasiado alta. Y bromeaba sobre un pedal de freno extra que parecía que ella tenía en su parte del coche.

A Liv, Nevada City le pareció tan encantadora como siempre, con sus adorables casas victorianas en filas muy pegadas, las laderas de las colinas cubiertas de altos árboles de hoja perenne, de robles y arces cargados de hojas. Pasearon por las calles del casco viejo, mirando escaparates o entrando en alguna tienda cuando había algo que les interesaba. Después compartieron un almuerzo campestre en Pioneer Park.

Se había hecho de noche cuando regresaron a la casa de Thirteen Street. Finn pasó un par de horas con ella. Vieron una película sentados en el sofá con un cuenco de palomitas colocado entre los dos, aunque perdieron veinte veces el hilo de la historia porque a cada rato se inclinaban sobre el cuenco para darse besitos salados. De algún modo, sin embargo, consiguió que se marchara a casa de su madre antes de la hora de dormir.

No era fácil decirle a Finn que se marchara, no acostarse con él. Él tenía tanta habilidad cuando se trataba de tentarla.

Afortunadamente, las fantasías de estar haciendo el amor con Finn no la torturaban durante el día, ni le quitaban demasiado el sueño por la noche. Otra vez estaba rindiendo en el trabajo como siempre.

El lunes, vio el ejemplar de The World Tattler en la mesa del cuarto donde tomaban café. No pudo resistirse y empezó a ojearlo.

Finn y ella no tenían su propio artículo en aquel número. Tan sólo unas cuantas fotos bajo un titular que rezaba: Jóvenes de la Realeza Enamorados. Había una foto de ellos dos caminando por Commercial Streeet en Nevada City, agarrados de la mano, cada uno vuelto a mirar al otro y ambos sonriendo. Y otra de ellos sentados muy cerca el uno del otro en el anfiteatro de Land Park, con los ojos fijos en la obra que se desarrollaba en el escenario.

No era tan malo, la verdad. Por lo menos solo habían sido sorprendidos en sus momentos más… públicos. No encontró ni una sola fotografía de ellos abrazados en las escaleras del porche de su casa ni nada por el estilo. ¿Además, acaso no tendría que irse acostumbrando a que la siguieran los periodistas o a que le tomaran fotos e hicieran preguntas? Pensándolo bien, ella planeaba llevar una vida muy pública.

En su despacho, Finn contestó al teléfono.

—Su Majestad, confío en que se encuentre bien.

—No he llamado para hablar de mi salud. Mis fuentes me han dicho que estás todo el día con mi hija.

—Sus fuentes no se equivocan.

—¿Y bien? —dijo el rey.

—Milord, el progreso es más lento de lo que yo desearía.

—Me han dicho que siempre sales de su casa por la noche.

—Vuestros hombres son de lo más observadores.



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